"En 1983, cuando yo era todavía un adolescente, el Gobierno federal
imponía severas restricciones a la publicidad destinada a los jóvenes.
Había franjas horarias y medidas precautorias destinadas a proteger a la
gente joven. Hoy día son víctimas de un ataque masivo. Cada joven es un
objetivo ambulante sobre el que las corporaciones se lanzan
despiadadamente a fin de asegurarse que no les queda un solo momento
libre. Para cada instante de ocio hay un artilugio de consumo al que son
adictos. Los jóvenes son consumidores a quienes no se deja en paz un
solo instante. ¿Cómo van a desarrollar la capacidad necesaria para
disfrutar el arte con la tranquilidad que exige la contemplación
estética cuando los están bombardeando con productos edulcorados de
bajísimo valor nutritivo, entretenimiento basura? El problema de Estados
Unidos es que el país está enganchado al consumo de bazofia cultural,
por la sencilla razón de que es lo que las corporaciones necesitan para
seguir ganando dinero de manera incontrolada. Piénselo bien: cada vez
que un joven abre un libro es tiempo que pasa sin pulsar botones, sin
entrar en Facebook, sin pedir papel higiénico por Amazon. Si a una chica
o a un chico les da por leer poesía, se salen de la cadena de
producción de dinero y obtención de beneficios. A las corporaciones les
resulta insoportable la idea de que nadie le dedique a una novela las 20
o 30 horas que exige su lectura. Las multinacionales han secuestrado la
imaginación de los jóvenes y no les van a dejar volver a la lectura.
No. Fucking. Way."
Entrevista de Eduardo Lago a Junot Díaz, escritor estadounidense de origen dominicano, premio Pullitzer 2007 por su novela La maravillosa vida breve de Óscar Wao
El país semanal 3 abril 2013
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