LXXX
Imaginemos
que gobierno un pequeño país de pocos habitantes.
Mis súbditos tendrían embarcaciones que no utilizarían.
Les enseñaría a temer a la muerte y a no alejarse.
Por muchos carruajes que hubiese, no viajarían en ellos.
Aunque tuviesen armas y corazas, no las mostrarían.
Les llevarías de nuevo al uso de cuerdas con nudos (en
lugar de escritura).
Encontrarían sabroso su alimento;
ricos sus vestidos;
cómodas sus casas;
felicidad en sus costumbres.
Aunque los reinos vecinos se hallasen tan cerca
que pudiesen oír el ladrido de los perros y el canto de los gallos,
los hombres de este pequeño reino no desearían nunca abandonarlo.
Mis súbditos tendrían embarcaciones que no utilizarían.
Les enseñaría a temer a la muerte y a no alejarse.
Por muchos carruajes que hubiese, no viajarían en ellos.
Aunque tuviesen armas y corazas, no las mostrarían.
Les llevarías de nuevo al uso de cuerdas con nudos (en
lugar de escritura).
Encontrarían sabroso su alimento;
ricos sus vestidos;
cómodas sus casas;
felicidad en sus costumbres.
Aunque los reinos vecinos se hallasen tan cerca
que pudiesen oír el ladrido de los perros y el canto de los gallos,
los hombres de este pequeño reino no desearían nunca abandonarlo.
Fuente: Blog contrarrientes de Luis Eduardo Contreras "La clonación, ¿un bien social?"
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